SONETOS
De los hermosos el retoño ansiamos para que su rosal no muera nunca, pues cuando el tiempo su esplendor marchite guardará su memoria su heredero. Pero tú, que tus propios ojos amas, para nutrir la luz, tu esencia quemas y hambre produces en donde hay hartura, demasiado cruel y hostil contigo. Tú que eres hoy del mundo fresco adorno, pregón de la radiante primavera, sepultas tu poder en el capullo, dulce egoísta que malgasta ahorrando. Del mundo ten piedad: que tú y la tumba, ávidos, lo que es suyo no devoren.
II
Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos y ahonden surcos en tu prado hermoso, tu juventud, altiva vestidura, será un andrajo que no mira nadie. Y si por tu belleza preguntaran, tesoro de tu tiempo apasionado, decir que yace en tus sumidos ojos dará motivo a escarnios o falsías. ¡Cuánto más te alabaran en su empleo si respondieras: " Este grácil hijo mi deuda salda y mi vejez excusa ", pues su beldad sería tu legado! Pudieras, renaciendo en la vejez, ver cálida tu sangre que se enfría.
III
Mira a tu espejo, y a tu rostro dile: ya es tiempo de formar otro como éste. Si no renuevas hoy su lozanía, al mundo engañas y a una madre robas. ¿Quién es la bella del intacto seno que tu cultivo marital desdeñe? y ¿quién tan loco para ser la tumba de un amor egoísta sin futuro? Tu madre encuentra en ti, que eres su espejo, la gracia de su abril, su primavera; así, de tu vejez por las ventanas, aunque mustio, verás tu tiempo de oro. Mas si pasar prefieres sin memoria, muere solo y tu imagen morirá.
SHAKESPEARE
48 sonetos de amor
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