Te voliciono...

Te voliciono como arcaico recuerdo de mariposas primarias que han venido desde pasadomañana, en el hoy tremendo de lo feliz, puro, exacto. Las quimeras vuélvense iconos de una sola bandera, a nadie le robé tanto color, tanta tarde. Solo, completo, me oxido entre tropos polícromos, geometría de la memoria, el brillo oscuro de ojos, me escuchas los silencios y juegas con el polvorín de mis gatos. Llegas confirmando las paredes, al menos, las cenizas de tu sangre esparcida en los conventos; los laberintos de mi córnea hablan y comen las huellas del aire que te vio, transparente, cuando ulcerabas el llanto, los bemoles. Agua remolinante, con tus asfixias estructuras el misterio y voy dibujando a dios que escupe las piedras, las inéditas migajas del insomnio, con el que te buscan mis dedos, presintiendo las nubes que te llueven los pies. Tus huesos mudos se alteran, equilibrando las arenas de mi tiempo, me das vueltas, enjambre, me conviertes en el murmullo exacto que los ciegos están buscando para que todo el mundo ignore que te estoy siendo, que me eres estando; es así, hasta ahora, que me enseñas a respirarlo, a ayunarlo, algo muy simple: saberlo: te voliciono. Emiliano Mastache (1977). Cursa la licenciatura en lengua y literaturas Hispánicas. 167